Ahora bien, todas las comodidades que nos proporciona la electricidad quedan en nada cuando se produce una avería de suministro. Esta avería podrá ser insignificante —un cable roto, un fusible que (cumpliendo en algún momento su misión de seguridad) se ha fundido, una escobilla de motor eléctrico, que por el roce continuo se ha gastado, una resistencia de plancha que al cabo del tiempo ha sufrido un recalentón o se ha roto, etc.
O puede ser de mayor importancia. Entonces para su arreglo será preciso recurrir a un especialista, ya que dicha reparación exige una experiencia y un herramental muy peculiares: así, un fallo en el funcionamiento de la TV, del automatismo de calefacción en un termo eléctrico, del rebobinado de un motor, etc.
O puede ser de mayor importancia. Entonces para su arreglo será preciso recurrir a un especialista, ya que dicha reparación exige una experiencia y un herramental muy peculiares: así, un fallo en el funcionamiento de la TV, del automatismo de calefacción en un termo eléctrico, del rebobinado de un motor, etc.
En el primer paso, bastarán unos simples conocimientos y unos medios muy sencillos para que el aficionado pueda arreglar la avería.
En el segundo caso, conviene ceder el paso a los expertos, ya que de no serlo nosotros mismos, y de no disponer además de herramientas adecuadas, nos exponemos a causar más daño que provecho.
Sin embargo, muchas de las averías eléctricas son de la primera clase: bastarán unos pocos minutos, y disponer de un material mínimo, para tenerlas definitivamente solucionadas. En cambio, si se cuenta el tiempo que tendrá que esperar hasta que venga el profesional, y el importe de la factura que habrá que pagar luego, el resultado es una pérdida muy considerable.
Saber hacer un empalme, establecer una derivación para una toma auxiliar, sustituir un interruptor estropeado, cambiar una resistencia en una plancha, detectar los motivos que ocasionan el que se fundan los plomos con frecuencia son algunos de los auxilios que nos podremos prestar a nosotros mismos frecuentemente.
Para ello, bastarán unos ligeros conocimientos teóricos y prácticos, pero al mismo tiempo nos será necesario obrar con un mínimo ele seguridad y de precaución, porque la electricidad es como una fiera domada, que puede manifestar su bravura en cualquier momento, contra aquel que no la domina realmente.
Será, pues, indispensable hablar de la naturaleza de esta fiera, y de cómo podremos utilizarla manteniéndola enjaulada, sin que nos lleguen a alcanzar sus zarpazos.
Hemos comparado la energía eléctrica con un animal salvaje, relativamente domado, pero que siempre está a punto de recobrar su fiereza. Y como la mejor manera de evitar los desplantes de un animal fiero es tenerlo enjaulado, o mantenerlo a raya con algo que lo asuste, la primera precaución elemental para tratar con la electricidad será impedir que entre en nuestros dominios sin estar debidamente controlada. Pero, sobre todo, tener unos conocimientos básicos y generales de lo que es la electricidad para tener un dominio sobre ella.
En el segundo caso, conviene ceder el paso a los expertos, ya que de no serlo nosotros mismos, y de no disponer además de herramientas adecuadas, nos exponemos a causar más daño que provecho.
Sin embargo, muchas de las averías eléctricas son de la primera clase: bastarán unos pocos minutos, y disponer de un material mínimo, para tenerlas definitivamente solucionadas. En cambio, si se cuenta el tiempo que tendrá que esperar hasta que venga el profesional, y el importe de la factura que habrá que pagar luego, el resultado es una pérdida muy considerable.
Saber hacer un empalme, establecer una derivación para una toma auxiliar, sustituir un interruptor estropeado, cambiar una resistencia en una plancha, detectar los motivos que ocasionan el que se fundan los plomos con frecuencia son algunos de los auxilios que nos podremos prestar a nosotros mismos frecuentemente.
Para ello, bastarán unos ligeros conocimientos teóricos y prácticos, pero al mismo tiempo nos será necesario obrar con un mínimo ele seguridad y de precaución, porque la electricidad es como una fiera domada, que puede manifestar su bravura en cualquier momento, contra aquel que no la domina realmente.
Será, pues, indispensable hablar de la naturaleza de esta fiera, y de cómo podremos utilizarla manteniéndola enjaulada, sin que nos lleguen a alcanzar sus zarpazos.
Hemos comparado la energía eléctrica con un animal salvaje, relativamente domado, pero que siempre está a punto de recobrar su fiereza. Y como la mejor manera de evitar los desplantes de un animal fiero es tenerlo enjaulado, o mantenerlo a raya con algo que lo asuste, la primera precaución elemental para tratar con la electricidad será impedir que entre en nuestros dominios sin estar debidamente controlada. Pero, sobre todo, tener unos conocimientos básicos y generales de lo que es la electricidad para tener un dominio sobre ella.